El pasado miércoles, 1 de octubre, tuvo lugar en el Salón del Consejos del Seminario Diocesano de Jaén el primer Pregón del Domund, que tuvo por pregonero a D. Manuel Alfonso Pérez Galán, Delegado de Misiones de Jaén y Director de las Obras Misionales Pontificias en Jaén, que reproducimos íntegramente:
Hoy 1 de octubre, iniciamos con este pregón, la motivación para el
mes misionero por excelencia. La Iglesia Católica vive el
mes de octubre dedicado mundialmente a despertar el Espíritu Misionero en los
fieles, con gestos de solidaridad hacia los 200,000 misioneros de todo el mundo
que entregan sus vidas por el anuncio del Evangelio en el mundo, de ellos, más
de cien, son de nuestra diócesis.
Durante este mes se intensifica la animación misionera, uniéndonos todos en
la oración, en el sacrificio y en el aporte económico a favor de las misiones,
a fin de que el Evangelio llegue y se proclame a todos los hombres y mujeres
del mundo.
El domingo 19 de octubre de 2014 se celebrará la Jornada Mundial de las
Misiones «el Domund» en todas las Iglesias locales, como fiesta de la catolicidad,
universalidad de la Iglesia, y de solidaridad. La colecta de este día se
destina al fondo universal para las misiones más necesitadas.
La Jornada del DOMUND tiene una
larga historia y un profundo reconocimiento, no solo, en el pueblo de Dios.
Hombres y mujeres, creyentes y no creyentes, sintonizan con su celebración por
la labor que realizan sus principales protagonistas, los misioneros. Por la
dimensión pastoral y la resonancia social de su acción, esta Jornada necesita
una preparación con mucho interés por parte de quienes tenemos la
responsabilidad de hacerla presente en la sociedad y en nuestra Iglesia local.
Ése es el objetivo de este Pregón del Domund, pero…
Empecemos con algo de
historia:
La Sociedad de Misiones Extranjeras de París había fundado en
1817 una asociación de laicos en la que se pedía a sus miembros, además de
oraciones, la colaboración material, con una aportación semanal destinada a la
propagación de la fe. La joven Paulina Jaricot se unió a ellos, decidida a
consagrar su vida al servicio de Dios y de la Iglesia como cristiana seglar en
medio del mundo. Su entusiasmo hizo que se incorporaran muchas otras personas,
especialmente de entre las obreras de la fábrica textil de su padre en Lyon.
Sin embargo, las colectas resultaban modestas e irregulares.
Entonces, en otoño de 1819, Paulina tuvo la inspiración de organizarlas de otra
manera: se agruparían diez socios bajo un responsable, que recogería de cada
uno lo correspondiente a la aportación de un día cada semana; cada diez
responsables de decena habría un responsable de centena, y cada diez jefes de
centena habría un responsable de millar. Así resultaba una red de oraciones, de
recolección de fondos y de propaganda misional.
La asociación conoció un rápido desarrollo entre las gentes más
humildes de Francia: obreros, criados y pequeños artesanos. En 1820 Paulina
pudo hacer el primer envío importante a las misiones extranjeras de China.
El 2 de mayo de 1822 nació oficialmente la Obra de la Propagación de la Fe, que fue creciendo mientras Paulina
se escondía como una más entre los asociados. Siguió trabajando hasta su
muerte, en 1862, para difundir esta gran asociación que tanto beneficiaba a las
misiones. La Obra no tardó en extenderse por otros países. El impulso del
Papa León XIII contribuyó de manera especial a su difusión universal.
La Propagación de la Fe se introdujo en España en 1839,
cuando el obispo de Cádiz, Domingo de Silos Moreno, lanzó a las diócesis
españolas una invitación a establecer la Obra. Suprimida por decreto
ministerial en 1841, esta se movió en la clandestinidad hasta su restablecimiento
definitivo en 1884, gracias a las iniciativas de la Condesa de Armíldez de
Toledo.
En el año 1922 Pío XI concede a la Obra el título de Pontificia y
la declara órgano oficial de la Iglesia para las misiones, trasladando su sede
central a Roma e implantando subsedes nacionales en cada país. «La Iglesia
–afirmaba Pío XI en su encíclica Rerum Ecclesiae– no tiene otra razón de ser sino la de hacer partícipes a todos los
hombres de la redención salvadora, dilatando por todo el mundo el reino de
Cristo». Y en 1926 estableció que el penúltimo domingo de octubre se
celebrara en toda la Iglesia el Domingo Mundial de las Misiones, en favor de la
Obra Pontificia de la Propagación de la Fe, para mover a los católicos a amar y
apoyar la causa misionera.
En cuanto al «Domingo
Mundial de las Misiones» en España, decir que, D. Ángel
Sagarmínaga, recién nombrado entonces Director Nacional de la Propagación de la
Fe, impulsó su celebración en el año 1926. Pese a los modestos resultados
iniciales (sólo respondieron dos diócesis ese primer año y algunas más el
segundo), la Jornada llegó a tener con el tiempo la gran implantación que hoy
conocemos. Don Ángel, primer Director Nacional de las OMP en España, siguió
siendo durante más de cuarenta años su gran promotor y el que, desde 1943, la
popularizó con el nombre de «DOMUND», acrónimo de Domingo Mundial de las
Misiones.
Este nombre ha ayudado a identificar y difundir aún más esta
jornada entre nosotros, y su mensaje —una llamada de atención sobre la corresponsabilidad
de todos los cristianos en la evangelización del mundo— ha calado en la
profunda sensibilidad y tradición misionera de nuestro país. La Jornada Mundial
de las Misiones es el momento culminante de una corriente de animación y
cooperación misionera que debe desplegarse a lo largo de todo el año pero, especialmente, en el «Octubre Misionero», el mes de las misiones por excelencia.
El
«Octubre misionero»
Fue en este mes, que se descubrió América, abriendo así una nueva
página en la historia de la Evangelización. Es cierto que la manera de vivir la misión ha
cambiado, al igual que las realidades culturales,
económicas y sociales. Pero el Domingo Mundial de las Misiones sigue siendo
para muchos cristianos, la única ocasión de ser solidarios con aquellos hombres
y mujeres que viven la «missio ad gentes» y
de participar en la vida de la Iglesia universal.
Comienza
este mes hoy, día 1, con la memoria obligatoria de Santa Teresita del Niño Jesús
a quien el Papa Pío XI, en 1927
declaró Patrona de todas las Misiones católicas del mundo. Santa Teresita, que
no salió de su país ni de su convento, era una jovencita débil de salud,
delgada, rubia, de ojos azules muy vivaces, de sonrisa siempre amable y
palabras siempre alegres, de cejas arqueadas, y boca pequeña y facciones
delicadas, que ofreció su vida en holocausto de amor a Dios, por la
santificación de los sacerdotes y la conversión de los que aún no aman a Cristo
como hay que amarlo y decía«Quisiera
ser misionera ahora y siempre y en todas las misiones».
Y a lo largo de este mes se suceden varios
santos relacionados con la acción misionera, al final del mes, el día 28, con
la fiesta de dos de los apóstoles que comenzaron la gran misión de la Iglesia
San Simón Cananeo y San Judas Tadeo, quien en la última cena preguntó al Señor
acerca de su manifestación, recibiendo esta respuesta: «El que me ame, observará mi palabra, y mi
Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él» (Jn
14,23).
Al hacer referencia a la Jornada Misionera Mundial tenemos que
tener presente qué se entiende por cooperación misionera. La Instrucción de la
Congregación para la Evangelización de los Pueblos sobre la Cooperación
Misionera nos dice: «La participación de las
comunidades eclesiales y de cada fiel a la realización de este plan divino
recibe el nombre de 'cooperación misionera' y se realiza de diversas maneras:
con la oración, el testimonio, el sacrificio, la donación oblativa del trabajo
y de las propias ayudas». Por tanto Octubre
misionero, son cuatro semanas, 31 días para vivir con intensidad la oración de intercesión, el sacrificio
personal, la solidaridad y el compartir e impetrar vocaciones misioneras.
1.ª
Semana: ORACIÓN por los misioneros que están en primera línea y por las
personas que han de recibir el anuncio de la Buena Nueva del Evangelio.
En
esta semana se pretende promover entre los fieles la constancia en la oración
para dar gracias a Dios por el don de la fe, así como para pedir al dueño de la
mies que envíe operarios a su mies y que el anuncio de la Buena Noticia llegue
a todos los pueblos. Conviene llevar estas intenciones tanto a la oración
personal como a la comunitaria, comenzando por la participación en la
Eucaristía, y sin olvidar el rezo del Rosario Misionero, las vigilias de
oración y otras posibles celebraciones litúrgicas de carácter misionero.
200.000 misioneros en todo el mundo necesitan nuestro apoyo a través de la
oración.
Decir Domund es decir que estaremos unidos espiritualmente con
todos los que están proclamando el evangelio, muchas veces dando sus propias
vidas, como hemos podido comprobar en estos días pasados, porque los misioneros
no están exentos de enfermedades y dolencias, las mismas a las que están
sometidas las personas a las que evangelizan. La oración debe ser el vínculo
primordial de la vida del cristiano. Con nuestra oración, podemos ayudar a
nuestro hermanos y hermanas que están en dificultades, en soledad, sufriendo
enfermedades, incomprensiones, y hasta frustraciones.
2.ª
Semana: SACRIFICIO
Valorar
la dimensión redentora y salvífica del sacrificio y del sufrimiento es el
principal objetivo de esta semana. Así, se nos mueve a unirnos a la cruz de
Cristo y ofrecer por la evangelización del mundo nuestras obras de penitencia y
la aceptación de nuestros dolores. En este camino también se nos invita a
contemplar la vida de Jesús, a conocer y valorar la vida de sacrificio y
entrega de los misioneros, y a amar y cuidar a los enfermos. Quienes pueden
cooperar en la obra evangelizadora universal, uniéndose a ella con su
sacrificio, sus oraciones, su debilidad, sus soledades, sus abandonos, sus
limitaciones, sus lágrimas (esto se conoce como cooperación espiritual con la
evangelización).
3.ª
Semana: COOPERACIÓN ECONÓMICA
Esta
semana se orienta a implicarnos en la cooperación económica con las misiones.
Para ello es preciso informarnos sobre las necesidades en medio de las cuales
viven y desarrollan su labor los misioneros, y sentir como nuestras esas
urgencias, entregando en beneficio de las misiones una desprendida aportación
económica. Se nos anima a compartir los bienes con quienes carecen de ellos, a
la vez que se nos estimula a compartir la vida como voluntarios en tareas y
acciones que ayuden a los más necesitados.
No hay que olvidar que el 37% de la Iglesia
católica lo constituyen territorios de misión, un total de 1.069
circunscripciones eclesiásticas que dependen de la ayuda personal de misioneros
y misioneras y de la colaboración económica de otras Iglesias para realizar su
labor.
Con los donativos se subvenciona el
sostenimiento de los misioneros y sus colaboradores. También se atienden otras
necesidades especiales: construcción de iglesias y capillas, formación
cristiana, compra de vehículos..., además de desarrollar proyectos sociales,
educativos y sanitarios.
4.ª
Semana: VOCACIÓN MISIONERA
El
objetivo de esta semana es suscitar entre todos nosotros la apertura para
escuchar la voz de Dios, que llama y envía a la misión. Para ello se recomienda
participar en actividades de formación misionera, celebrar algún encuentro con
misioneros, estar atentos y disponibles a la llamada de Dios, y mantener vivo
el interés por las necesidades de la Iglesia a la hora de llevar al mundo el
mensaje de Salvación. La animación misionera nos ayuda a comprometernos a ser
instrumentos de unidad y de amor y a estar receptivos a la posible vocación
misionera.
Como
dice nuestro Obispo en su carta pastoral con motivo del Domund 2014: «Que Dios continúe bendiciéndonos
con estas vocaciones como una de las mayores riquezas de esta Iglesia diocesana».
En la actualidad nuestra diócesis apoya de manera especial con la presencia de
un sacerdote diocesano, D. Luis Fernando Criado Reca, la misión de Rocafuerte
en el Vicariato Apostólico de Esmeraldas en Ecuador, así como el Seminario
Mayor San Pedro de Portoviejo, también en Ecuador, con la colaboración como
Director Espiritual de D. Manuel Ruiz Carrero.
Y, por último el lema, «Renace
la alegría»
RENACE
«Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría»,
dice Papa Francisco al comienzo de Evangelii gaudium. El fin de
la actividad misionera es, precisamente, ayudar a extender
esta alegría, anunciando a todos la posibilidad de nacer y
renacer al encuentro con Dios. Un renacer a la
vida de fe que, como tantas veces comprueban los misioneros, ha sido revelado a
los pequeños.
LA
ALEGRÍA
Los misioneros,
llenos de alegría, comparten con los más pobres su
experiencia de encuentro con Cristo. Los que reciben este anuncio y
abren su corazón a él, también acogen con alegría la
Buena Noticia de la salvación. Papa Francisco nos dice cuál es el origen de
esta gran alegría: «El
amor con el que el Padre ama al Hijo llega hasta nosotros y, por obra del
Espíritu Santo, nos envuelve»; y además, nos invita a participar en
ella: «¿Por qué
no entramos también nosotros en este río de alegría?».
Ya la Exhortación Christifideles laici, como hemos escuchado en la memoria
realizada por la Sra. Secretaria, sintetizando la enseñanza conciliar, presentaba
la Iglesia como misterio, comunión y misión: ella «es misterio porque el amor y la vida
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo son el don absolutamente gratuito que
se ofrece a cuantos han nacido del agua y del Espíritu (Cf. Jn 3, 5),
llamados a revivir la comunión misma
de Dios y a manifestarla y comunicarla en la historia (misión)».
Que
este Pregón sea el punto de inflexión para que este Octubre Misionero que hoy
comenzamos cumpla sus objetivos de sensibilización y concienciación para que
todos comprendamos que la misión no es algo adoptado en la vida de la Iglesia
sino que pertenece a su más pura esencia. Muchas
gracias.
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