El lema “Misioneros de la fe” se
sitúa en el centro de la Cruz.
En ella Jesucristo entregó su vida. De ella nace el don de la
fe que como gracia reciben los bautizados. Mirar la cruz suscita la súplica de
los apóstoles: “Auméntanos la fe” (Lc 17,5).
Al pie de la Cruz están unas manos
abiertas mostrando el mundo. Es la humanidad, diseminada por los
cinco continentes, que está llamada a acercarse a la Cruz. Se pretende hacer
más visible gráficamente la intrínseca unidad de la humanidad con el Redentor.
Son las manos de los misioneros,
que presentan, con sus vidas, a la humanidad, para que sea bendecida con el don
de la fe que brota de la Cruz
salvadora.