Algunas ideas tomadas de Fernando Zolli: “Essere missionari oggi” que pueden ayudarnos a comprender un poco más la actualización de la misión así como su actualidad en el siglo XXI en un mundo donde sólo el 33% de la población mundial conoce a Cristo. Las 2/3 partes de la humanidad siguen esperando que alguien les lleve el mensaje de la buena nueva del Evangelio.
Renovar el lenguaje
A menudo, en la comunicación y en el
lenguaje de las misiones y los misioneros, para subrayar su identidad, se les
define con cuatro características: ad gentes, ad vitam, ad extra, ad
pauperes.
En la visión de la misión global esto pierde
sentido, a no ser que se le de un significado más transcendente.
Ad gentes, debe ser la actitud de
apertura, aceptación y hospitalidad hacia todos los hombres y las mujeres en
todo el mundo.
Ad vitam, un compromiso para
salvaguardar y promover los valores de la vida desde la concepción hasta la
muerte.
Ad extra El anuncio adicional puede
entenderse bien como un éxodo constante de sus valores, sus proyectos y planes,
para caber en cualquier contexto y alcance de misionero trabajar, con énfasis
en los pauperes (pobres), jóvenes y excluidos del sistema de mercado, nuevos
pauperes de la globalización.
Muchas otras expresiones como 'misión' o la diferencia
entre 'ellos' y 'nosotros', enviado y los destinatarios, empobrece el diálogo y
el fructífero encuentro en la misión, porque en la visión del nuevo horizonte
misionero todos son discípulos de Jesús.
Si el lenguaje de las conquistas coloniales puede
convertirse en un obstáculo, la comunicación verbal y no verbal, audiovisual e
impresa, pero sobre todo la cibernética y virtual se convierte en un reto para
la misión en este nuevo horizonte paradigmático. Ya no podemos descuidar el uso
sapiencial de estos nuevos medios para la evangelización, sin olvidar que es la
relación personal y diferenciada la que acentúa la efectividad de la propuesta
del Evangelio, para formar la conciencia del pueblo en los valores del Reino, y
no ser meros repetidores, títeres y clones, sino actores y promotores de un
futuro sostenible para toda la humanidad.
El paradigma feudal está
obsoleto para la misión en el siglo XXI
En este nuevo horizonte se ha de considerar
el modo de concebir y vivir el servicio de la autoridad y la administración.
El paradigma feudal, excesivamente
jerárquico y piramidal, no es el más adecuado para afrontar los desafíos de la
misión ya sea global o local. El Concilio Vaticano II había propuesto el modelo
descentralizado y subsidiario, colegial y participativo, abriendo espacios y
oportunidades para los laicos, la mujer y el pluralismo de ministerios. A la solicitud
de participación y corresponsabilidad, la iglesia institucional responde a
menudo con propuestas doctrinales, canónicas y disciplinares, importantes para
que no se den abusos e iniciativas dictadas por la moda del momento, pero que
no resuelven ni explican el malestar, el éxodo de creyentes, ni el silencio de
los que permanecen en la iglesia, pero ya no la consideran como referencia
alentadora. La misión debe hacerse cargo de este malestar y empujar a la
comunidad de creyentes a asumir con valor la dimensión profética, junto con la
cultual (sacerdotal) y diaconal (real).
Al mismo tiempo la reducción de los bienes
inmuebles o su reutilización para la acogida y para el bien común, la
transparencia en el uso y en la administración económica serán medios eficaces
para no escandalizar a los pobres, a los no creyentes y a otras expresiones y
tradiciones religiosas.