Queridos
diocesanos:
Os escribo para compartir con vosotros un
asunto de especial interés. Os pido,
por eso, que no lo acojáis como uno más entre tantos de los que os
vamos a hablar en estos días de comienzo de curso pastoral, aunque todos sean
importantes. Cuando hablamos del DOMUND entramos en un asunto muy esencial, y en un terreno que nos sitúa en lo más específico de la
Iglesia, en la Misión
ad gentes. Hablamos del envío
de Jesús en estado puro: "Id a anunciar el Evangelio por todo el mundo"
Como sabéis, en estos tiempos hablamos mucho, y hacemos bien, de una Iglesia en
salida, y acogemos esta invitación como una hermosa novedad. A
veces da la impresión de que se olvida que la Iglesia siempre ha estado en
salida. Lo ha hecho en cada época de su historia, aunque no siempre lo haya
manifestado de un modo muy explícito. Hasta hace poco ser Iglesia en salida era
fundamentalmente labor de los misioneros y misioneras, enviados por las Diócesis
y por las Congregaciones religiosas a evangelizar en zonas en las que aún no
había calado a fondo la siembra del Evangelio. Los misioneros Iban a lo que
llamábamos tierra de misión. En realidad, aún hay muchos lugares y zonas del
mundo que necesitan el envío misionero, ahora
sobre todo para el apoyo en su crecimiento de la implantación de la fe; pues
hay comunidades cristianas a las que aún les faltan
recursos.
La labor de los misioneros y misioneras siempre tiene un objetivo: llevar a Cristo y su Evangelio para que de vida en
el corazón de cuantos le conozcan y crean en él. Lo llevan con la creatividad y
novedad apostólica de la Iglesia, que sigue apostando por el bien y la salvación
de las personas en todos los lugares y situaciones. Por eso, desde la misión
del anuncio de Jesucristo se ofrece dignificación humana y social. La misión,
en realidad, lo que pretende siempre es cambiar el mundo, hacerlo mejor, más digno y justo, hacerlo Reino de Dios.
Cambiar el mundo es el lema certero con el que se presenta este año la Jornada Mundial de Misiones, que se celebra el domingo 21 de octubre, mes misionero por excelencia. Con audacia OBRAS MISIONALES PONTIFICIAS, guiada en España por nuestro querido Don Anastasio Gil, que este año nos animará desde la Casa y el Corazón del Padre, ha encontrado este significativo lema, y en su cartel han recogido todo lo que la Iglesia hace a través de sus misioneros y misioneras para cambiar el mundo. El misionero saca la fuerza y la imaginación para cambiar el mundo de su condición de "discípulo" que siempre lleva en el corazón la pasión misionera por la transformación de, la humanidad, sintiéndose enviados por Jesucristo, al que conoce y ama.
Cambiar el mundo es el lema certero con el que se presenta este año la Jornada Mundial de Misiones, que se celebra el domingo 21 de octubre, mes misionero por excelencia. Con audacia OBRAS MISIONALES PONTIFICIAS, guiada en España por nuestro querido Don Anastasio Gil, que este año nos animará desde la Casa y el Corazón del Padre, ha encontrado este significativo lema, y en su cartel han recogido todo lo que la Iglesia hace a través de sus misioneros y misioneras para cambiar el mundo. El misionero saca la fuerza y la imaginación para cambiar el mundo de su condición de "discípulo" que siempre lleva en el corazón la pasión misionera por la transformación de, la humanidad, sintiéndose enviados por Jesucristo, al que conoce y ama.
No obstante, esta llamada universal del
DOMUND es una responsabilidad de todos en la Iglesia; ser discípulo misionero de Jesús es la
orientación y el estilo de la vida cristiana de todos. Los miembros del pueblo
de Dios estamos llamados a sentirnos misión, a llevar la misión como lema de vida. De un
modo especial, en este octubre misionero, que será un mes también sinodal, el Papa Francisco invita a los jóvenes a encontrar en su corazón
el tesoro de ser misioneros.
Por mi parte, invito a todos cuantos os llegue la noticia
de esta iniciativa de la Iglesia, y en especial a cuantos compartís fe y vida
asiduamente en la Eucaristía del domingo en vuestras comunidades cristianas a
que os suméis de corazón a esta
iniciativa universal de la Iglesia, la de ir poco a poco cambiando el mundo con
todos los medios a nuestro alcance. Pero este año hacedlo conscientes de que la
motivación que nos mueve a todos en la acción misionera no es otra que darle
una nueva impronta evangélica a la Iglesia, servidora del mundo. No obstante, no lo olvidéis, el DOMUND necesita que
nuestro corazón creyente esté profundamente arraigado en Cristo. Sólo en Jesucristo crecerá nuestra generosidad para
darnos cuenta de que hemos de ser el apoyo de nuestros misioneros, avanzadilla
de todo el bien que la Iglesia hace inter gentes. Esa generosidad ha de empezar por nuestro
apoyo espiritual a su misión.
Pero esa generosidad ha de llegar a manos
llenas también con nuestro apoyo económico. El obispo desea de todo corazón que
nuestra Iglesia diocesana coopere económicamente con la Iglesia misionera. Será
así como participaremos, como Iglesia misionera, en un
cambio del mundo. Apoyemos económicamente la misión de tantos
hombres y mujeres - sacerdotes, consagrados
y laicos-
que realizan, desde su conciencia misionera bautismal, la maravillosa tarea de
evangelizar.
Cambiemos el mundo con generosidad desde Jaén, desde la Diócesis de Jaén.
Con mi afecto y bendición.
Con mi afecto y bendición.