Los
misioneros
La vocación misionera.—Aunque a todo
cristiano incumbe el deber de propagar la fe, sin embargo, Cristo
llama a aquellos
hombres y a aquellos Institutos a los que inspira una particular vocación misionera.
La espiritualidad misionera.—El
misionero
debe tener la audacia de predicar el escándalo de la cruz, mostrando cuán ligero es el peso de la
cruz y encontrando entre fatigas y tribulaciones el gozo de Dios. Convencido de
que la
obediencia es una virtud particular del ministro de Cristo, deberá el misionero cultivar la gracia de su
vocación, renovándose cada día.
Formación espiritual, moral,
doctrinal y apostólica.—Se indican las orientaciones espirituales, culturales y
didácticas que deben inspirar
la formación de los misioneros.
Institutos que trabajan en las misiones.—Los Institutos
religiosos, ayudados por su estructura
comunitaria, pueden acometer con mayor facilidad esta tarea. Por tanto, con frecuencia la Santa Sede les confía territorios
enteros que deberán ser objeto de su acción misionera.